
Érase que se era un príncipe azul que preguntole un día de mayo a su amada.
¿Querría tan bella dama concederme su mano en matrimonio?. A lo que la dama respondió. ¡NO!.
A partir de aquel día, el príncipe vivió por muchos años yendo a cazar y pescar con amigos, tomaba buen vino, cerveza y todo tipo de licores sin que nadie se lo reprochase. Andaba tomando caviar, ostras, angulas, todo el tiempo, ya que tenía dinero suficiente para permitíselo.Se acostaba con bellas doncellas, ya fueran virtuosas o no, eructaba, se rascaba la entrepierna mientras veía los torneos de caballeros los fines de semana, dejaba sus vestimentas tiradas por su alcoba, ventoseaba con estruendo cuando le venía en gana y NADIE LE TENTABA LAS BOLAS (o tocaba los cojones).
FIN